Uno de nuestros grupos en La Habana

A las 8.30am salimos del Hotel Grand Aston, en el Vedado habanero, y nos dirigimos hacia el Centro Histórico de La Habana. Allí empieza un recorrido que mezcla lo tradicional con lo moderno, el arte con la cotidianidad, la parte que todos ven de Cuba con esa realidad oculta que solo es palpable caminando por sus calles y conociendo a los cubanos.

Durante la mañana, visitamos cuatro de las Plazas más importantes que aún se conservan desde la etapa colonial: la Plaza de la Catedral, la Plaza de Armas, la Plaza de San Francisco de Asís, y la Plaza Vieja. En cada una de ellas descubrimos personas únicas por su carisma, su talento y su forma de ser. Caricaturistas que en poco más de un minuto hacen retratos a los transeúntes; las famosas “Habaneras”, mulatas que en medio de los edificios coloniales hacen que parezca que estamos dando un viaje en el tiempo hasta el Siglo XIX; vendedores ambulantes que rescatan la tradición de los pregoneros que siempre han poblado las calles de la capital cubana; artistas plásticos que en pequeñas galerías, talleres y hasta en portales muestran sus cuadros, sus artesanías, y nos cuentan también un poco de sus vidas y sus distintas realidades; y muchas otras personas que en sus idas y venidas, se cruzan con nosotros, nos dan algún consejo, nos regalan una flor, o nos cuentan alguna que otra leyenda relacionada con la Habana y sus tradiciones.

El recorrido por el centro histórico –que dura cerca de tres horas- termina con un excelente almuerzo en el bar restaurant “Mojito-Mojito”, donde además de disfrutar de ese y otros cócteles típicos de Cuba, degustamos una excelente comida bien criolla, mientras un conjunto musical interpreta la Guantanamera, Sabor a mí, y otras canciones que no pueden faltar en el repertorio de la música cubana. Después de recuperar fuerzas, salimos nuevamente a la calle, y esta vez nos esperan autos antiguos convertibles, que con sus más de 70 u 80 años recorriendo la ciudad, nos llevan al otro lado de la Bahía, donde nos espera el Cristo de La Habana, la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña y una panorámica completamente distinta a la que percibimos desde la Habana Vieja.

Desde allí, en los mismos autos, nos desplazamos a lo largo de todo el Malecón, hasta llegar al Bosque de la Habana. Nuestros conductores lo describen como el pulmón verde de la ciudad, un verdadero paraíso justo en el punto de confluencia de varios vecindarios más modernos, propios de la Habana de inicios del Siglo pasado, como lo son el Vedado y Miramar. El aire puro, la frondosa naturaleza y un pequeño bar donde nos tomamos unas refrescantes piñas coladas, se mezclan en un atardecer maravilloso, tropical y bien caribeño.

Luego, visitamos la Plaza de la Revolución, último sitio de interés histórico hasta donde nos llevará la caravana de autos clásicos, y donde aprenderemos un poco más de la historia más reciente de Cuba y de su pueblo. Desde allí, nos vamos de regreso al Hotel, para otra vez recuperar fuerzas, y estar preparados para despedir esta jornada por todo lo alto, con el excelente show que cada noche presenta el Cabaret “Tropicana”, donde disfrutamos de la afrodisiaca combinación de un ron Habana Club, un exquisito Habano y la música folclórica y tradicional de la isla, que hace que todos en algún momento nos pongamos de pie, y salgamos a la pista de baile.

Cansados y extasiados, nos vamos finalmente a descansar, para mañana volver a estar en pie, y descubrir nuevos sitios -igual de maravillosos y misteriosos- que solo es posible encontrar viajando a La Habana.

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