Trinidad: una ciudad colonial que se ve, se siente y se puede degustar.

El aire majestuoso que llega del pasado colonial se junta con la frescura y la alegría típicamente cubana que podemos respirar en Trinidad, una villa ubicada al centro de Cuba.

No es secreto que este es uno de los lugares más impresionantes de nuestro país, y posiblemente de todo el Caribe, pues la antigua Villa de la Santísima Trinidad es una de las ciudades coloniales más bien conservadas del nuevo mundo, los más de 500 años cumplidos no le han restado a su belleza.

Esta fue la tercera villa fundada por la corona española en La Isla, a principios de 1514, y quedó constituida en presencia del adelantado Diego Velázquez de Cuéllar.

Se dice que la prosperidad llegó rápidamente a sus habitantes, y la hizo famosa desde siglos pasados, por eso los trinitarios sienten un orgullo inmenso de haber nacido en ella, y el cariño que le dan se nota en sus fachadas bien cuidadas, en la música que llena las calles de adoquines, y en el delicioso sabor de sus platos y tragos.

Entre sus espacios más visitados se encuentra la Plaza Mayor, custodiada por la Iglesia Mayor de la Santísima Trinidad y por el Museo de Arquitectura Colonial: una imagen que parece sacada de una postal.

También muchos viajeros quedan impresionados por las vistas desde la azotea del Museo de Historia Municipal, antiguo Palacio de Cantero, que fuera construido por el hacendado azucarero José Mariano Borrell y Padrón en la primera mitad del siglo XIX.

Son muchos los lugares que guardan en su interior parte de la historia local, ya que la ciudad posee alrededor de cincuenta palacetes e inmuebles dignos de admirar, tales como el Museo Romántico situado en el Palacio Brunet; la Casa Templo de Yemayá, donde se halla un altar dedicado a la divinidad del mar; el Museo de Arte Colonial o la Casa de la Trova.

Pero también Trinidad esconde una historia que, más que ver, podemos probar: se trata de su trago por excelencia, la canchánchara, un cóctel patrimonio de la Humanidad y símbolo del espíritu guerrero de los cubanos, ya que solía ser preparado por lo Mambises durante el periodo de las guerras independentistas.

A esto se suma la calidad de la comida de la zona: todos los restaurantes de los alrededores tienen platos deliciosos, buena música y cuentan con el trato atento de los trinitarios, personas alegres y amistosas.

Esta es una visita que no puede ser contada ni resumida, una experiencia que merece ser vivida por todos. Cada vez que va a Trinidad la experiencia es única, pero todos los viajeros de ENJOYCUBA coinciden en que la primera vez sorprende por la magia auténtica que envuelve a la ciudad colonial.

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